El mundo despide al Papa Francisco: un legado de amor, fe y humildad

28 años: un joven con vocación. 88 años: un símbolo eterno.
El corazón de la Iglesia Católica y de millones de fieles en todo el mundo llora la partida del Papa Francisco. Su fallecimiento marca el fin de una era, pero su espíritu seguirá guiando a generaciones enteras con el mismo amor con el que pastoreó a su pueblo.
Jorge Mario Bergoglio, el hombre que llegó desde Buenos Aires para convertirse en el primer Papa latinoamericano, rompió barreras, tocó almas y transformó corazones. Desde el primer momento, se convirtió en una figura de esperanza para los más necesitados, un defensor incansable de la justicia social, la misericordia y la paz.
En un mundo dividido, habló de unidad. En medio del ruido, predicó con humildad. Y en tiempos de crisis, fue un faro de esperanza.
Hoy, su ausencia se siente profundamente, pero su legado es imborrable. La sonrisa sencilla del joven sacerdote permanece viva en la mirada sabia del líder que fue. Francisco no solo fue el Papa del pueblo, fue el Papa del alma.
Nos unimos en oración y agradecimiento por su vida, por su entrega y por cada palabra que dejó sembrada en el corazón del mundo.
Descanse en paz, Santo Padre.
Su luz, como su fe, jamás se apagará.